Uno de los factores más determinantes en la calidad y el sabor de los productos ibéricos es la alimentación del cerdo ibérico. Lo que come el animal no solo influye en su desarrollo, sino que condiciona de forma directa la textura, el aroma y el gusto final del jamón ibérico y demás derivados.
Bellota, pasto y libertad
En el sistema de crianza extensiva, el cerdo se alimenta de bellotas, hierbas y raÃces naturales durante la montanera. Esta alimentación rica en ácido oleico aporta una grasa saludable, que se infiltra en la carne de forma natural. El resultado es un producto con un sabor profundo, matices complejos y una textura untuosa inconfundible.
Alimentación y clasificación del producto
La alimentación del cerdo ibérico es clave también para su clasificación. No es lo mismo un jamón ibérico de bellota, que uno cebo de campo o de cebo. La calidad del alimento, el ejercicio del animal y el entorno en el que se crÃa se reflejan directamente en la intensidad del sabor, el aroma y la jugosidad del producto final.
La importancia del entorno
La dehesa, además de ser un ecosistema sostenible, ofrece un alimento natural y variado. AllÃ, el cerdo recorre kilómetros cada dÃa, quemando grasa y favoreciendo una infiltración grasa uniforme, algo esencial para el sabor. Esta combinación de alimentación y movimiento genera un perfil organoléptico imposible de replicar en sistemas intensivos.
Tradición, sabor y salud
El vÃnculo entre alimentación y sabor no es nuevo. Desde hace generaciones, los productores saben que una buena bellota y un cerdo criado en libertad son sinónimo de jamón ibérico de calidad. Además, esta grasa rica en ácido oleico es beneficiosa para la salud, lo que convierte a estos productos en un lujo saludable.